
Entre risas y silencios estoy,
buscando dónde mi paz halló.
Recuerdo abrazos que ya no están,
y sigo adelante, paso a paso, sin mirar atrás.
La memoria me lleva a ese ayer
donde todo era simple, fácil de entender,
pero hoy descubro que crecer también duele,
que a veces la vida pide que uno suelte.
El alma se divide en dos senderos,
uno brillante, otro lleno de misterios.
Y en medio del cruce me pierdo un instante,
miro atrás con nostalgia, adelante con dudas gigantes.
Extraño sonrisas, palabras sinceras,
la compañía en las noches enteras.
Pero también aprendí en el camino
que no todo abrazo es siempre destino.
El corazón quiere y también teme,
pero aprende que la calma se sostiene.
No todo lo bello merece volver,
a veces lo sano es dejarlo caer.
Las lágrimas limpian, el tiempo repara,
las heridas se vuelven historias calladas.
Y aunque aún duela mirar hacia atrás,
sé que mi fuerza me empuja a avanzar.
Respiro hondo, dejo fluir,
cada suspiro me ayuda a seguir.
Lo que se rompe también enseña,
y hasta la herida se vuelve huella.
Elijo la paz como faro encendido,
que guía mis pasos aunque haya ruido.
Elijo la calma, aunque cueste soltar,
porque mi corazón merece descansar.
Entre sombras y luces hallo mi voz,
descubro que en mí siempre está la elección:
seguir con miedo o avanzar con valor,
elijo mi paz, abrazo mi corazón.
Y si mañana vuelvo a dudar,
recordaré que todo pasa, todo sanará.
La vida es un río que nunca se detiene,
y quien confía en sí mismo siempre se sostiene.
Ihara Arce.
buscando dónde mi paz halló.
Recuerdo abrazos que ya no están,
y sigo adelante, paso a paso, sin mirar atrás.
La memoria me lleva a ese ayer
donde todo era simple, fácil de entender,
pero hoy descubro que crecer también duele,
que a veces la vida pide que uno suelte.
El alma se divide en dos senderos,
uno brillante, otro lleno de misterios.
Y en medio del cruce me pierdo un instante,
miro atrás con nostalgia, adelante con dudas gigantes.
Extraño sonrisas, palabras sinceras,
la compañía en las noches enteras.
Pero también aprendí en el camino
que no todo abrazo es siempre destino.
El corazón quiere y también teme,
pero aprende que la calma se sostiene.
No todo lo bello merece volver,
a veces lo sano es dejarlo caer.
Las lágrimas limpian, el tiempo repara,
las heridas se vuelven historias calladas.
Y aunque aún duela mirar hacia atrás,
sé que mi fuerza me empuja a avanzar.
Respiro hondo, dejo fluir,
cada suspiro me ayuda a seguir.
Lo que se rompe también enseña,
y hasta la herida se vuelve huella.
Elijo la paz como faro encendido,
que guía mis pasos aunque haya ruido.
Elijo la calma, aunque cueste soltar,
porque mi corazón merece descansar.
Entre sombras y luces hallo mi voz,
descubro que en mí siempre está la elección:
seguir con miedo o avanzar con valor,
elijo mi paz, abrazo mi corazón.
Y si mañana vuelvo a dudar,
recordaré que todo pasa, todo sanará.
La vida es un río que nunca se detiene,
y quien confía en sí mismo siempre se sostiene.
Ihara Arce.